martes, 19 de junio de 2012

El gran paseo americano

Por Alicia Sornosa
La periodista y aventurera, que busca ser la primera española en cruzar el mundo en moto, narra su travesía por los Estados Unidos hasta llegar a la frontera con Canadá. Encantada con su BMW F 650 GS, ha conocido varias ciudades (Los Ángeles, San Francisco, Seattle, etc) y muchos lugares únicos.

Hoy os escribo desde Canadá. Estoy en la ciudad de Vancouver esperando a cambiar la goma trasera de mi motocicleta. La Continental TKC80 está muy gastada tras más de 6.000 kilómetros por asfalto en su mayoría. En cuanto lo haga, saldré para cumplir una parte del viaje, llegar hasta Alaska.

El paso por Estados Unidos no fue según lo previsto, ya que cambié de costa en el último momento. Decidí que subir a Canadá por el Oeste era mucho mejor. Desde mi llegada a Los Ángeles todo ha ido sobre ruedas. En esta ciudad y paseando por Hollywood, conocí a Nick, un fotógrafo de ‘celebritis’ que me invitó a utilizar una amplia habitación en su casa con jardín. Conocí al Presidente del Club de Scooters de Beverly Hills, del que me hicieron socia honorífica. Mi BMW F 650 GS, Descubierta y yo, pudimos realizar una sesión de fotos al más puro estilo ‘hollywoodiense’, resultado que podéis ver sobre estas letras.

El gran paseo americanoLos Ángeles guardó muchas sorpresas para mí. Visité la segunda tienda del mundo (hay sólo tres) de Deus Ex Maquina, unos locos de la customización y el surf con muy buen gusto y pude realizar uno de los tramos más típicos de California, el de las Malibu Mountains, que me recordó bastante a las bonitas carreteras de montaña que disfrutamos en Madrid, aunque en realidad el ambiente era más como las de Barcelona. Como no, paré en la famosa Work Shop a tomar una Coca-Cola y a seguir disfrutando de curvas y más curvas, que con la moto cargada y las ruedas de tacos, sufrí más que otra cosa.

Hacia San Francisco

Los Ángeles dio mucho de sí y pude conocer gente fantástica, pero llegó la hora de salir hacia San Francisco. Por la carretera 1, que va pegadita a la costa y donde puedes parar para ver leones marinos, vistas increíbles desde elevados cortados y muchas, muchas motos. También tuve la oportunidad de ver un cóndor, cosa bastante extraña ya que están en peligro de extinción.

San Francisco es una ciudad bonita, con un tiempo cambiante a cada minuto y mucho, mucho viento. Me llamó la atención la cantidad de gente sin casa que deambula por las calles. Son invisibles y esto es algo raro, sobre todo para un europeo, bueno, al menos para un español. En nuestro país (que lo habrá) no se ve tanta gente en la calle en estas condiciones. Luego me daré cuenta de que es una tónica general en las ciudades de este país americano. El Golden Gate es un puente impresionante, increíble ver como aparece y desaparece al antojo de la densa niebla con la que esta ciudad amanece cada día.

El gran paseo americanoDe San Francisco a Yosemite, uno de los parques naturales más grandes que he conocido. Impresionan sus altos picos de granito, paraíso de cuantos escaladores se acerquen al Gran Capitán. Hacía mucho frío, aunque con la ropa térmica de BMW Motorrad debajo del Air Flow, no fui muy incómoda. Pude ver un mapache que casi me roba una pizza para la cena y, mientras caminaba, los cervatillos se cruzaban en mi camino. Allí, bajo ese circo de piedra, con un lago y las caudalosas cascadas que bajan más de ocho metros, es fácil saber cómo vivían los indios hasta que llegó el hombre blanco y les chafó el plan.

Encantada con mi F 650 GS

Yosemite, Sequoya, Death Valley y Las Vegas. Kilómetro tras kilómetro, mi F 650 GS se sigue comportando como el primer día. Es la gran desconocida, nadie la miraba para hacer grandes viajes, todos pensaban que con el motor más pequeño no iba a poder resistir el peso y las miles de millas, pero ella aquí está conmigo, sin un problema mecánico tras 26.000 kilómetros. Y cada día me pide más, quiere seguir recorriendo mundo.

El gran paseo americanoEl Valle de la Muerte con su impresionante desierto interior, Las Vegas con sus miles de luces y casinos que atontan al personal y por fin, la deseada Ruta 66. Una recta interminable que acabó por aburrirme. Aunque allí conocí gente fantástica, un grupo de amigos españoles con unas Harley y un 4×4 que me acompañó durante dos días y con los que disfruté un montón. Da gusto encontrarte con compatriotas cuando se está fuera. Un buen fotógrafo y mejor amigo, Antonio Mulero, decidió bajar desde Nueva York para acompañarme también unos kilómetros. Pensaba alquilar una F 800 GS para venir conmigo. El precio del alquiler de estas motos en Estados Unidos es carísimo (120 euros/día) y al final lo hizo en coche. Lo bueno y lo que le quiero agradecer son las espectaculares fotos que nos hizo a mi BMW y a mí.

Y rodando rodando, recta va y recta viene, llegué a Monument Valley, un lugar mágico e impresionante donde te das cuenta de que los espíritus existen y donde también descubres, después de andar arriba y abajo con la cámara de vídeo y de pasar mucho calor, que los indios de allí, los Apache, no beben alcohol y que está prohibido en todo el valle, y que te meten un ‘palo’ de 40 dólares de tasas por dormir allí. Es bonito, pero si vas, échale un vistazo y continúa, porque a mí la ‘broma’ me salió cara.

Ocho meses de ruta

El gran paseo americanoCruzar el resto de estados ha sido rápido. Nevada, Utah, Oregón y Washington para llegar a Seattle, tras una preciosa carretera entre blancas cumbres. Me encantó pasar por esa nevera natural, pues llevo ocho meses de ruta sin ver la nieve, desde que salí en septiembre pasado del Encuentro BMWRIDERS en Formigal. ¡Imaginad! ¡Más de un año!

Seattle es una tranquila ciudad fronteriza, con unas carreteras preciosas para montar y gente agradable, está a menos de una hora de la frontera con Canadá. Pasarla fue como coser y cantar, miraron la matrícula de la moto y fuera. Desde allí a Vancouver, un paso, pero esta ya es otra historia.

Más información en www.aliciasornosa.com y en su perfil de Twitter @aliciasornosa

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